domingo, 20 de mayo de 2012

Nieves

Decidí buscarla, muchos años después. No sé qué me movió a hacerlo, pero lo hice.
Entré en la papelería y seguía estando allí. La acompañaba un muchacho joven y fuerte que, a juzgar por las canas de Nieves, debía ser su hijo. Me acerqué a ella, le sonreí y le dije: “Hola”. Ella me miró a los ojos y me dijo: “Buenos días, ¿qué desea?”. No vi un destello de reconocimiento en sus ojos, ni un despojo de complicidad en su sonrisa. Ella no sabía quién era yo, y, por supuesto, no sabía que la conocía, ni mucho menos que yo la había amado en secreto cuando teníamos quince años y una vida por delante.
Me aplastaron la realidad y mi cobardía. Al final acabé comprando un par de lápices y una goma de borrar y, si hubiese podido, hubiese comprado una oportunidad de volver a aquellos años y decirle lo que sentía.
Teodoro Peñaroja Canós

2 comentarios:

  1. ¡Qué reencuentro! Supongo que hay sensaciones dolorosas, y agradables al mismo tiempo. He disfrutado con el microrrelato.

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  2. Este microrrelato tiene derechos de autor... No me parece bien eso de colgarlo sin preguntar ;) Gracias, Rostard.

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